REFLEXIÓN: SIN GANAS DE HABLAR

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Pero Moisés rogó al SEÑOR: Oh Señor, no tengo facilidad de palabra; nunca la tuve, ni siquiera ahora que tú me has hablado. Se me traba la lengua y se me enredan las palabras. Éxodo 4:10 NTV

Moisés había recibido de parte del Señor herramientas para que pudiera convencer a los que dudaran de sus palabras, tenía su vara la cual se convertía en serpiente, la habilidad de hacer que su mano tenga lepra y luego vuelva a estar normal e incluso convertir el agua del Nilo en sangre, y a pesar de todo eso, él tenía miedo de hablar.

Él sabía la dureza con la que los egipcios maltrataban vilmente a su pueblo, había visto la tristeza y la agonía de sus hermanos hebreos, pero su temor y su miedo parecían más grandes que su anhelo de salvarlos.

Nosotros hemos recibido el llamado de predicar las buenas nuevas de salvación, aquel evangelio que puede ayudar a las personas, que puede restaurar familias, que sana corazones, que trae libertad a los que se encuentran esclavizados en vicios y traer paz a los deprimidos y angustiados.

Sin embargo, ponemos excusas o pretextos para no hacerlo: “Necesito más tiempo en las clases de discipulado” “Si no tengo diversos dones no me van a creer” “Me falta tiempo para hablarle a las personas” “No sé qué decir”

La biblia nos cuenta la historia de la Mujer Samaritana, la cual, tras solo una conversación con Jesús, quedó tan convencida que logró convencer a muchos a que lo escucharan: Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él. Juan 4:28-30

Jesús mismo estando en la cruz, soportando el dolor de sus heridas, con su testimonio ganó a uno de los presos que estaban a su lado: Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. Lucas 23:42-43

Lo que necesitamos es aquello que pidieron los discípulos de Jesús: Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, Hechos 4:29

Sí es cierto que necesitamos la ayudar del Espíritu Santo, que necesitamos los dones, que debemos conocer la palabra de Dios, pero necesitamos tener la valentía para predicar, aquel denuedo para acercarnos a las personas y llevarles el evangelio.

Necesitamos que el amor por las almas nos impulse a ser osados para predicar las buenas nuevas, porque a nuestro alrededor hay personas que sufren en lo secreto, que tienen problemas graves, que necesitan que Jesús se convierta en su razón de vivir.

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UNA REFORMA EN MI VIDA

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Dios mío tengo la enorme bendición de poder conocerte, pero siento que no es suficiente, no me basta con vivir una vida cristiana de apariencias, quiero cambiar de verdad.

Quiero ser cómo esos campeones de la fe que daban la vida por servirte de corazón, como ésos hombres y mujeres que a lo largo de la historia predicaron y vivieron tu verdad.

Necesito que pongas en mí una pasión sincera por conocerte, un hambre genuina por tu palabra, que yo no pueda estar un día sin ti.

Dame de beber de aquella agua viva, mi ser necesita de tu presencia, más que el respirar, más que cualquier otra cosa en la vida.

Enséñame a hablar contigo, quiero orar derramando mi alma entera, postrarme y besar tus pies en adoración, que mi corazón sea entregado a Ti.

No quiero tener los labios cerrados, quiero gritar que soy tu hijo, pon en mi aquel denuedo para que pueda predicarle a todos los que pongas en mi caminar.

No quiero ser un cristiano frío o tibio, quiero estar encendido en el fuego de tu presencia, en el calor de tu amor, sentir la llama de tu Espíritu posarse sobre mí.

Hazme un hombre de fe, que se enfrente a las mentiras de éste mundo, que gane almas para Cristo, que pelee con valentía la buena batalla de la fe.

Moldea cada área de mi vida, toma el control de mis ansiedades, quita cada imperfección de mi carácter, transforma mi quebrantado corazón.

Has una reforma en mi vida, que deje atrás la vieja criatura, ayúdame a cargar mi cruz cada día y que pueda clavar en aquella cruz mi viejo yo.

Quiero deleitarme en tu presencia, amar con cada fibra de mi ser tu compañía, sentirte en cada minuto, confiar en ti en cada respirar.

Jesús has un cambio real en mí para que cuando termine la carrera, pueda verte y correr a tus brazos, estar a tu lado por toda la eternidad.

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Ver tu gloria

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gloria

Dios mío hoy vengo con el deseo de conocerte, de acercarme a tu presencia para adorarte y poder ver tu gloria.

Tengo el hambre de poder pasar más tiempo a tu lado, quiero caminar contigo en cada instante de mi vida.

Anhelo saber tus pensamientos, quiero conocerte más y más cada día, tener el privilegio de poder andar a tu lado.

Quiero ser el joven que vea tu gloria, la persona que te ama tanto que pueda llamarse tu amigo.

Dame temor de Ti para nunca abandonar tu presencia, hazme limpio de manos y purifica mi corazón para que pueda acercarme a Ti.

Necesito estar a tu lado, mi ser entero me pide estar en tu compañía, disfruto cada instante en que sé que me acompañas.

Ayúdame a verte como un buen Padre, quiero obedecer todos tus mandamientos y amarte con sinceridad.

Enséñame a escuchar tu voz, quiero saber que eres Tú el que me habla y entender todos tus mensajes para mi vida.

Permíteme ver tu rostro en aquel día, quiero ver tu mirada de aceptación y amor al estar frente a Ti.

Abrázame ahora porque no puedo verte, y yo correré a tu encuentro cuando abras mis ojos, me postraré a tus pies para honrarte.

Hazme valiente y lleno de amor por Ti para que pueda seguirte sin titubear, dame denuedo para que sea capaz de dar hasta mi última gota de sangre y sudor por Ti.

Quiero ver tu gloria, es mi deseo poder a ver mi amigo, poder contemplar el rostro de Señor y Salvador.

Tú eres mi creador, eres el que me ha sostenido todo este tiempo, me has ayudado más de lo que merezco y siempre te estaré agradecido.

Con todo mí ser deseo poder ver tu gloria, permíteme Amado mío el poder ver más de Ti, ayúdame a ser digno de poder ver tu gran majestad.

Te amo mi Señor, mi humilde deseo es poder contemplarte, poder ser digno de tu llamado y poder estar a tu lado por toda la eternidad.

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La última carta del discípulo amado

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epistola

El anciano a Gayo, a quien amo en la verdad ruego para que recibas la última parte de esta carta, sabéis bien que estoy avanzado en años y que mi partida cercana está.

Llevad esta carta a todos nuestros hermanos, porque ya no les hablaré más hasta que nos veamos con Jesucristo, mi amado al cual he deseado verle como cuando estaba con nosotros los doce.

Hijitos míos, bien sé que a la verdad muchos de entre vosotros me llamáis el discípulo amado, yo mismo me referí a así en la carta que dirigí a vosotros, narrando los hechos que vivimos junto a aquel Verbo de vida, los cuales me fueron dictados por el Espíritu Santo.

Creeréis que me llamé así puesto que el Hijo de Dios me amaba mucho, pero yo fui el discípulo amado porque amo al maestro ya que Él me amó primero.

Nosotros dejamos padre, hermanos y hermanas para seguirle, no le negamos nada sino que estuvimos junto a Él durante tres años y medio hasta el día de la traición.

Lloré al verle clavado en aquella cruz, cumplí mi promesa y cuidé a su madre terrenal como si fuera mi propia madre y estuve junto a Él los días hasta que fue tomado al cielo.

Llevo en mi cuerpo las marcas de seguir su excelente Camino, he visto a muchos de mis hermanos partir en mis brazos, a otros he visto siendo apedreados guardando su amor hasta la muerte.

No es que Dios se haya olvidado de nosotros o que estemos desamparados, sino que Dios es amor, y hemos sido llamados hijos de Dios por lo cual también hemos sido hechos partícipes de su aflicción, sabiendo que en el mensaje que ha sido puesto en nuestros corazones ha salido de nuestros labios según el Espíritu Santo nos dio para que hablásemos y muchos sean salvos.

Hijitos, no guardéis ira o rencor en vuestros corazones, gozaos por los que ya partieron y afirmen a los que quedan y guardan la fe de Jesucristo en sus corazones.

Ámense unos a otros, amen incluso a vuestros enemigos, según el maestro nos enseñó a los doce, amen porque eso agrada a Dios, y Dios es el amor.

Vuestra fe sea pura y sabed bien que vencerán al mundo, sean llenos del Espíritu Santo, busquen el conocimiento que os traerá vida eterna, dejad todo y seguidle

El anciano ha vivido muchos años, voy pronto a ver a mi amado, deseo nuevamente recostarme en su pecho, escuchar sus parábolas y reunirme con los otros once los cuales me esperan en su gloria.

Estando en Patmos, prisionero por amor de Jesucristo, testigo fiel y el Todopoderoso, he visto en visiones lo que acontecerá con su amado pueblo, y cómo se escribió así ha de acontecer, estad firmes, guarden sus mandamientos y celebrad con gran gozo pues su venida está próxima.

Gayo saludad a todos de mi parte, pedid encarecidamente que no lloréis mi partida, puesto que mi tristeza a de convertirse en gozo al ver al cordero de Dios y Verbo de vida.

Recordad y aprended del buen pastor, el cual dio su vida por sus ovejas, lean las cartas que yo y otros hemos escrito, leed la carta de Pedro el cual ha sido un amigo fiel, el cual habiendo sido afirmado, llevó el mensaje de nuestro Padre con valentía hasta el momento de su partida, glorificando a nuestro Dios con su muerte, aprended de su ejemplo.

Sean discípulos amados, recuesten sus corazones en el pecho de nuestro Dios, coman del pan de vida y beban su sangre, creed en Él y ríos de agua viva correrán de su interior y entonces alcanzarán misericordia, gracia y favor delante de aquel que es la vida.

Tengo muchas cosas que deciros pero mi tiempo es corto, lo demás ya lo sabéis y lo aprenderéis al leer todo lo escrito.

La paz sea contigo y con todos aquellos que leéis estas palabras, sabed bien que voy dichoso a su presencia y gozoso de mi esfuerzo, las aflicciones de esta carne no se comparan a la gloria que hemos de ver. Amén.

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La gracia de Dios

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1 Pedro 5:10 “Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca”.

Muchas veces en nuestros corazones recibimos un mandato de Dios y nos ponemos a pensar, ¿qué somos nosotros para que Dios nos haya escogido? La verdad es que nunca entenderemos el porqué de nuestro llamado, pero si estamos agradecidos, debemos obedecer su voz.

Dios no escogió a los altivos ni a los sabios de este mundo, sino que Dios en su misericordia nos escogió a cada uno de nosotros, la biblia dice en Éxodo 33:19 y en Romanos 9:15: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca”

En su gracia Dios escogió a una persona de difícil habla para liberar a su pueblo de la mano de los egipcios (Éxodo4:10), sin darnos cuenta una de la mas grandes características de este hombre no está en tan solo recibir los diez mandamientos, o que a través de él, Dios haya abierto el mar rojo, sino en que fue la única persona que hablo con Dios cara a cara (Éxodo 33:11), Dios escogió a una persona que le era difícil hablar, para hablar con Él (Deuteronomio 34:10).

De un niño asustado, sacó un profeta que predicaría la destrucción de su pueblo (Jeremías 1:6-7).

De un pastorcito que estaba en el campo cuidando ovejas (1Samuel 16:11), para que venciera un gigante (1Samuel 17:50) y se convirtiera en rey (2Samuel 5:3).

De una persona que no tenía valentía (Jueces 6:15), en uno que salvara a su pueblo.

De unos simples pescadores (Mateo 4:18), convertidos en los apóstoles que cambiaron el mundo.

A lo largo de la biblia son muchos los casos en los que nos damos cuenta de la eterna gracia de Dios, de cómo cambió a estos hombres y mujeres; para convertirlos en grandes héroes de la fe.

Muchos nos sentimos intimidados con lo por venir pero por la gracia de Dios usted ha sido escogido, solo déjese moldear en sus manos y permítale a Dios convertirle en un valiente hombre de fe.

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