ANIMAOS UNOS A OTROS

Estándar

Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras. 1Tesalonicences 4:18

El apóstol Pablo nos relata en su primera carta a tesalónica acerca del rapto y los tiempos finales, pero él en muchas ocasiones insta a los hermanos a motivarse los unos a los otros y a encontrar esperanza y fe en la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo.

Hoy en día hablar de los tiempos finales causa miedo, ansiedad o pena en los hermanos, a tal punto que muchos piensan que no estarán listos para la segunda venida, ya hasta han perdido las ganas de luchar para ser parte de aquella novia vestida de lino fino, limpio y resplandeciente.

Una de las principales virtudes de la iglesia primitiva y que los ayudaba a estar preparados para la segunda venida, nos lo vuelve a indicar el apóstol Pablo: Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis. 1Tesalonicences 5:11

Hermanos necesitamos animarnos los unos a los otros, reconocer que es más fácil poder avanzar el Camino angosto si tenemos la ayuda y la corrección de otr@ herman@ en Cristo. Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Hebreos 3:13

Hermanos, incluso si tropezamos es más fácil que podamos reincorporarnos y no apartarnos si contamos con la mano de otr@ herman@ en Cristo que nos ayude a levarnos: Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. Eclesiastés 4:9

Pero ante todo debemos contar con el mejor amigo de todos, aquel que no traiciona, aquel que nunca falla, que siempre llega a tiempo, aquel que nos comprende más que nadie, aquel que trae paz al corazón, aquel que nos ama con un amor eterno, aquel que promete estar siempre a nuestro lado, aquel que siempre está dispuesto a dar otra oportunidad al que verdaderamente le busca: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. Mateo 11:28 -30

LA DECISIÓN DE PERDONAR

Estándar

Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mateo 18:15

Jesús se encuentra enseñando sobre que hacer si un hermano peca, sobre la importancia de ganarlo nuevamente al reino de los cielos; de pronto uno de los doce siente una fuerte duda: Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. Mateo 18:21 -22

¿Cuántos Pedros existen hoy en día que en vez de querer poner en práctica el perdón, tratan de limitarlo, tratan de acortarlo o condicionarlo?

Es curioso que el perdón no es uno de los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23), y aunque queramos buscar la excusa de que no fluimos en el fruto del amor y que por eso no perdonamos, el amor es el primero de los frutos que deberían fluir en nuestra vida al convertirnos.

El tomar a decisión de perdonar es tan importante que Jesús nos advirtió las consecuencias de no hacerlo luego de enseñarnos la oración del Padre Nuestro: Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. Mateo 6:14 -15

Muchos cometen el error de pensar que el nuevo nacimiento nos cambia a tal punto que ya somos perfectos, pero la biblia nos enseña que debemos transformar y renovar nuestro entendimiento, menguar para que aquel Cristo que fue capaz de pedir perdón por aquellos que lo habían crucificado crezca en nosotros.

Duele mucho perdonar a una persona que amamos y nos falló, es más fácil perdonar a un extraño que a alguien cercano que conocemos muy bien. Cuando leemos la parábola del hijo pródigo vemos como aquel padre abraza a su hijo sin reclamarle, sin golpearlo por su falta, sin recriminarle con cólera su regreso; en aquella parábola el más normal parece el hermano mayor que recrimina al papá lo que acaba de hacer, pero el buen padre le hace entender que también lo ama, que no está valorando lo que tiene y que haría por él lo mismo que hizo por su hermano si se equivoca.

Somos muy duros con los que fallan, a tal punto que pareciera que necesitamos que Jesús aparezca y nos diga: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra, somos fariseos que tenemos lista la piedra, pero no tenemos el abrazo preparado para aquellos que buscan el perdón.

Debemos practicar el perdón tan igual como ejercitamos un músculo, siguiendo las pautas que Jesús nos dio, comprendiendo que Dios no dejará para siempre caído al justo (Salmo 55:22) y recordando que si no existiera el perdón, hubiéramos perdido a Marcos el cuál según la historia fue el primero en escribir un evangelio, hubiéramos perdido al mismísimo Pedro que fue un pilar de la iglesia primitiva, al rey David y sus bellos salmos y ha muchos otros que a lo largo de la biblia y de la historia nos demuestran que Dios puede rehacer la vasija de barro que parece haberse perdido.

Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. Malaquías 3:17