NEGAR LA REALIDAD

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La presidenta del Perú Dina Boluarte dijo en declaraciones recientes: “El Perú es un país que está en calma y paz” lo cual ha generado bastantes controversias y debates, ya que sus palabras se encuentran bastante alejadas de la realidad, en el país la tasa de delincuencia ha aumentado muchísimo en los últimos meses, al igual que se habla de una fuerte recesión económica.

Negar la realidad no provoca que las circunstancias adversas cambien ni tampoco las evita, por el contrario, si no tomamos las debidas acciones puede que todo empeore y que las consecuencias de nuestra negación nos afecten en mayor medida.

Muchos cometen el error de pensar que la declaración de fe es negar la realidad, por el contrario, es creer que la realidad va a cambiar con la ayuda de Dios, es creer que lo que para nosotros parece imposible con el favor de Dios puede ser posible.

La fe es acción, eso quiere decir que no basta solo con tener la esperanza de que todo va a cambiar, sino que se requiere de esfuerzo y de confianza hasta escuchar la respuesta de Dios, se requiere de firmeza para batallar sin dudar, de valentía para esforzarnos y creer en sus promesas para actuar conforme a ellas.

· No puedo negar que he pecado, pero creo que la sangre de Cristo me limpió y me hace una nueva criatura.

· No puedo negar que ahora me encuentro enfermo, pero creó que por las llagas de Cristo ya he sido sanado, y lo declaro día tras día.

· No puedo negar mi escasez, pero creo que en Cristo soy prosperado en todas las cosas, y que si le busco todo lo demás vendrá por añadidura.

Los cristianos no niegan la realidad, pero tampoco se conforman a ella, los cristianos buscamos primero la ayuda de Dios ante cualquier mala noticia, ante cualquier angustia o necesidad. Acudimos a su presencia en búsqueda de su favor, apelamos a su gracia y misericordia para que sea Él quien nos sostenga con su diestra y nos de la victoria.

Confesamos con fe las promesas de Dios y nuestra alma descansa en ellas, no permitimos que la ansiedad nos venza, que la angustia nos haga desmayar, que la depresión nos derribe, que “el no se puede” nos mantenga de brazos cruzados, sino que confesamos:

· Diga el débil: ¡Fuerte soy!

· Diga el pobre: ¡Rico soy!

· Diga el triste: ¡Alegre estoy!

Los cristianos tenemos al creador de la realidad a nuestro lado, al Creador del universo junto a nosotros, al Salvador de nuestras almas en nosotros, por eso podemos decir confiadamente: Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo… Salmo 23:4

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