No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Romanos 13:8
(Biblia Lenguaje Sencillo) No le deban nada a nadie. La única deuda que deben tener es la de amarse unos a otros. El que ama a los demás ya ha cumplido con todo lo que la ley exige.
Jesús pagó con su vida nuestro rescate, en la cruz fueron clavadas nuestras faltas, nuestras enfermedades, nuestros pecados y el castigo eterno que nosotros merecíamos llevar.
Gratuitamente todos nosotros podemos obtener el regalo inmenso de la salvación, aquella inmerecida gracia con la cual podemos acercarnos nuevamente al Padre Celestial y aquel amor sublime que nos ama sin pedirnos nada a cambio.
Sin embargo, la biblia nos habla acerca de una deuda que debemos tener y es la de amar, Dios quiere que sus hijos aprendan a amar con el mismo amor que Él nos tiene, que tengamos un amor ágape, un amor genuino que sepa dar sin pedir.
Mateo 22:37-40 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento.
Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
El apóstol Pablo, un hombre que había hecho grandes obras para Dios, que predicó el evangelio arriesgando su propia vida y que fue uno de los hombres que más contribuyó a la iglesia, nos escribió el 1 Corintios 13, que ninguna obra hecha por más grande que sea si no fue por amor de nada vale, que sin importar cuanto hagamos si no tenemos amor nada somos.
Necesitamos un toque de amor en nuestras vidas, cada día debemos ir a la fuente de amor ágape que es Dios y permitirle que transforme nuestros corazones, dejar que su amor sea derramado en todo lo que hacemos para que así podamos brindar amor a los demás.
Vivimos en un tiempo en donde el amor genuino es escaso, necesitamos llevar amor a las calles, a nuestros trabajos, a nuestros centros de estudio, a nuestras casas y a la iglesia.
Podemos ser instrumentos que lleven el amor de Dios a tantas personas que lo necesitan, a cada rincón oscuro en donde solo hay tristeza y depresión, porque el amor de Dios transforma vidas, restaura corazones y sana el alma.
Pague su deuda de amor todos los días, con cada persona que tiene alrededor, sea un ejemplo de lo que el amor genuino de Dios puede hacer en la vida de una persona y nunca olvide que tiene un Padre en los cielos que lo ama con un amor indescriptible porque Él es el amor.