REFLEXIÓN: CONTENTARME EN MI SITUACIÓN

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Filipenses 4:11-13 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.

Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

El sistema en que vivimos nos obliga a ser consumistas, a siempre querer más y lo último, nos sentimos mal si no podemos saciar nuestro deseo de comprarnos algo o de acceder a tal estatus, sin embargo, los tiempos de crisis son parte de la vida del ser humano, y debemos ser capaces de sentirnos satisfechos cual sea nuestra situación.

Eclesiastés 5:19-20 Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios.

Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el corazón.

El versículo 20 en la versión BNP: Porque si Dios inunda de alegría su corazón, no pensará mucho en la brevedad de su vida. Es un regalo de Dios que nosotros podamos trabajar y poder disfrutar de nuestro esfuerzo, pero si Dios nos llenara siempre de alegrías, si no sintiéramos ninguna necesidad entonces nos perderíamos, nos olvidaríamos de lo frágiles que somos y de nuestra necesidad de Dios.

Job 1:20-22 Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.

En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.

Recordamos la historia de Job, aquel hombre justo, que era temeroso de Dios, pero fue probado hasta el extremo. Aquel tiempo de prueba y crisis le sirvió para reconocer que no conocía verdaderamente al Señor, lo conocía de oídas, pero ahora sus ojos podían verlo, y fue doblemente bendecido tras pasar por aquel perfeccionamiento.

Génesis 45:7-8 Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto.

En la historia de José el soñador, observamos el mismo patrón, aquel niño engreído fue transformado a ser el primer ministro de Egipto, tras pasar por diversas pruebas fue perfeccionado hasta estar listo para recibir y ser bendición.

Salmos 18:18-20 Me asaltaron en el día de mi quebranto, Mas Jehová fue mi apoyo.

Me sacó a lugar espacioso; Me libró, porque se agradó de mí.

Jehová me ha premiado conforme a mi justicia; Conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado

David pasó de ser un pastor de ovejas a convertirse en Rey de Israel, pero pasando por diversas etapas, en las que tuvo que ser un perseguido del rey, hacerse pasar por loco, expatriado, escondiéndose en cuevas, pero todo ello era parte del perfeccionamiento y de la gran recompensa que Dios tenía para él.

Deuteronomio 8:18 Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.

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LOCURAS POR EL EVANGELIO

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1Corintios 1:21-24 Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.

Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.

Para muchas personas el evangelio les parece ilógico, piensan que las buenas nuevas de salvación es algo absurdo, pero el mensaje de Jesús es tan poderoso que sigue transformando vidas, sigue rescatando familias, y es por esa razón que nosotros predicamos a pesar de que parezca una locura.

Proverbios 11:30 El fruto del justo es árbol de vida; Y el que gana almas es sabio.

En la versión PDT: Practicar la justicia es árbol de vida; el sabio da vida nueva a la gente. El vivir el evangelio da un fruto de vida nueva, una vida transformada que no solo piensa en sí mismo, nuestro testimonio refleja nuestra comunión con Dios, y eso provoca que nazca en nosotros el querer ganar a las personas. Cuando predicamos estamos conduciendo a las personas a Cristo que es el dador de la vida, y es de sabios poder ayudar y ganar más almas.

Hechos 9:22-25 Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo.

Pasados muchos días, los judíos resolvieron en consejo matarle; pero sus asechanzas llegaron a conocimiento de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle.

Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta.

Parece una locura tener que ser bajado por una canasta por la ventana para poder continuar predicando, pero Pablo era un hombre que había sido transformado, que había conocido aquella vida nueva, y quería predicar con locura, quería ganar a todos los que pudiera.

Hechos 5:18-21 y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública.

Mas un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo:

Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida.

Habiendo oído esto, entraron de mañana en el templo, y enseñaban. Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos.

Los discípulos habían sido arrestados por predicar el evangelio, y milagrosamente fueron rescatados, parecería una locura salir y predicar nuevamente, pero ellos cumplieron su llamado, tenían pasión por rescatar a los perdidos, por predicar las buenas nuevas.

Hechos 5:40-42 Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad.

Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre.

Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.

Creo que ninguno de nosotros saldríamos contentos después de ser azotados, pero los apóstoles estaban gozosos de ser dignos de padecer por causa del evangelio y de Jesucristo, se sentían agradecidos de ser parte de la obra, de poder llevar el mensaje a las personas, y era tal su locura que siguieron predicando sin cesar a pesar de las amenazas.

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CONOZCO MI GANANCIA

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2Timoteo 4:11-13 Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio.

A Tíquico lo envié a Efeso.

Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos.

Al momento de escribir la segunda carta a Timoteo, Pablo se encuentra preso en Roma, según muchos estudiosos bíblicos, pareciera que se trataba de un arresto domiciliario mientras esperaba el cumplimiento de su sentencia.

Lo interesante de esta carta en la actitud del Apóstol Pablo, no vemos a un hombre apenado esperando una cruel sentencia, por el contrario, lo vemos bastante activo, pidiendo que traigan a Marcos porque le es útil, enviando a Tíquico para que continúe la obra en su ausencia, pidiendo más libros para seguir aprendiendo más de Dios. Quizá Pablo no podía salir, estaba encerrado, pero su corazón estaba libre y usaba esa libertad para continua la obra del Señor.

¿Qué motivaba a Pablo? 2Corintios 12:1-4

Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor.

Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.

Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar.

Era tanta la comunión de Pablo con Dios y su hambre por saber más de Él, que Dios le permitió ver el tercer cielo, un lugar espiritual que no hubo otro apóstol al que se le haya permitido estar allí. Pablo fue impedido de contarnos lo que sucedió en aquel paraíso, pero pudo ver un hermoso anticipo de lo que nos está esperando en la eternidad.

PABLO CONOCÍA SU GANANCIA Filipenses 1:21-24

Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.

Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger.

Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros.

Para el apóstol Pablo morir era ganancia, él sabía la ganancia que le espera a todos los que son fieles hasta el final, había visto el premio, por lo que su corazón deseaba partir pronto con Cristo, pero se quedaba por amor a la obra y de los hermanos.

LAS GANANCIAS DEL CRISTIANO

Mateo 5:11-12 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

La biblia habla de muchas recompensas para el cristiano, como la Corona de justicia, participar en las Bodas del cordero, habitar en las moradas Celestiales, comer del árbol de la vida, que su nombre esté escrito en el Libro de la Vida, y muchas más. Sin embargo, nuestro mayor premio es poder estar por siempre junto a Cristo, saber que cumplimos nuestro propósito, cumplir el llamado por el cual fuimos escogidos y el poder escuchar con alegría la voz de nuestro Señor diciéndonos: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor (Mateo 25:23).

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QUIERO VER TU GLORIA

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Moisés había tenido un encuentro increíble con Dios, un encuentro en cual Dios se le aparece en medio de la zarza ardiente, en donde veíamos a un Moisés dudoso y temeroso. Pero ahora las plagas ya habían pasado, el mar se había divido, y ahora Moisés va a tener un nuevo encuentro muy especial con Dios.

Éxodo 33:11-13 Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.

Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos.

Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo.

La comunión de Moisés con Dios era tan íntima que hablaban como amigos, Dios podía confiar en Moisés, y Moisés tenía favor delante de Él, por lo que Moisés lejos de abusar de su confianza, lo que Él pide es que le muestre su camino. Moisés quería conocer más de Dios, no solo le bastaba con hablar con Él constantemente, sino que quería saber cuál era el camino para tener una mayor comunión con Él, quería saber el camino al corazón de Dios.

Éxodo 33:14-17 Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.

Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.

¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra?

Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre.

Moisés no quería ni moverse sin estar seguro que la presencia de Dios lo acompañaba, para Él tener la presencia de Dios era más importante que tener un gran ejército o que las riquezas. Él sabía que si Dios lo acompañaba todo estaría bien, porque solo la presencia de Dios trae descanso a nuestras almas, solo en su presencia hallamos consuelo y paz.

Éxodo 33:18-23 El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria.

Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente.

Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.

Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña;

y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado.

Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro.

Moisés no se conformaba, quería continuamente aprender más de Dios, ir incluso más allá, quería ver su gloria, anhelaba un encuentro mayor con su Señor.

Nuestra carne mortal no puede soportar ver la majestad ni la gloria de Dios, pero aquel pedido había tocado el corazón de Dios, así que Él le revela su nombre, y al hacerlo le estaba demostrando que se había ganado su favor, por lo que pudo alcanzar ver una parte de su gloria.

Imitemos esa actitud de Moisés, de querer buscar siempre la presencia de Dios, y aún más, que no desistamos hasta ver su gloria en nosotros.

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AGENTES DE CAMBIO

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Charles H. Spurgeon​ fue un pastor inglés, nació el 19 de junio de 1834. A lo largo de su vida evangelizó a millones de personas y a menudo predicaba 10 veces a la semana. Sus sermones han sido traducidos a varios idiomas, sus prédicas se escuchan incluso en nuestros días. Es conocido como el “Príncipe de los Predicadores” debido a que modernizó la forma en cómo se dan los mensajes en las iglesias cristianas.

Lo que muy pocos saben es como aquel hombre recibió y abrazó el evangelio:

A la edad de quince años, el joven Spurgeon, proveniente de una familia cristiana, no estaba seguro de su salvación. Hasta que un 6 de enero de 1850, cuando decidió ir a la iglesia para tener un encuentro real con Dios, una tormenta de nieve le impidió llegar, por lo que dobló por una calle y llegó a una pequeña iglesia para refugiarse del frío.

Al parecer, la nieve era tan severa que impidió al pastor poder llegar a predicar, por lo que, un hombre de aspecto muy delgado, supuestamente un zapatero o sastre que asistía a esa comunidad, subió al púlpito para predicar, aquel hombre era verdaderamente simple, pero valiente. Abrió su biblia y recitó: Isaías 45:22 Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más.

Él no pronunciaba las palabras correctamente, pero continuó: Mis queridos amigos, este es un texto muy simple. «Mirad», mirar no requiere un montón de esfuerzos. Un hombre no necesita ir a la universidad para aprender a mirar… Cualquiera puede mirar; incluso un niño puede mirar. Pero luego el texto dice, «Mirad a mí». Muchos de ustedes se están mirando a sí mismos, pero no hay provecho en mirar allí. Nunca encontrarán consuelo alguno en ustedes mismos… Jesucristo dice, «Mirad a mí».

Mirad a Mí; yo estoy sudando grandes gotas de sangre. Mirad a Mí, estoy colgado en la cruz. Mirad a Mí; estuve muerto y enterrado. Mirad a Mí; yo me levanté de nuevo. Mirad a Mí; ascendí al Cielo. Mirad a Mí; estoy sentado a la diestra del Padre. ¡Oh, pobre pecador, mírame! ¡Mírame!

Fijando sus ojos en el joven dijo: Muchacho, luces muy miserable, y tú siempre serás miserable, miserable en la vida y en la muerte, si no obedeces el texto; pero si obedeces ahora, serás salvo. Joven, mira a Jesucristo. ¡Míralo! ¡Míralo! ¡Míralo! No tienes otra cosa que hacer sino mirar y vivir.

Nunca sabemos si la próxima persona a la cual tenemos la oportunidad de predicar, pueda convertirse en un pastor, líder o ministro de Dios, es necesario que seamos valientes y decididos en llevar el evangelio a todos los que podamos.

Hechos: 9:10-12 Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor le dijo: Levántate, y vé a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. Ananías nunca imaginó que aquel hombre conocido como Saulo de Tarso, el perseguidor de los cristianos, se convertiría en el gran apóstol Pablo, cuyas epístolas llenan gran parte del nuevo testamento. Él a pesar del miedo que sintió, obedeció la voz de Dios, y por su obediencia, muchos se convirtieron por el ministerio de Pablo.

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LA PERSONA DE JESÚS: EL AMIGO QUE NOS ENTIENDE

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Jesús es el hijo de Dios, pero en los evangelios también podemos ver un lado humano, ciertamente era divino, pero también humano. Nació como nosotros, creció como nosotros, vivió como nosotros, trabajó como nosotros, porque estuvo entre nosotros, pero no era de nosotros, y a pesar de esa humanidad Él venció al pecado, y fue a la cruz por amor.

Mateo 21:12-13 Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Es una reacción muy humana molestarse por algo que sabemos que está mal o indignarnos ante una injusticia. Jesús se molestó de que aquel lugar que debería servir para acercar a las personas a Dios, se hubiera convertido en un comercio lleno de ladrones que lucraban de la fe.

Mateo 15:26-28 Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora. Probar a otros es algo muy humano, nos gusta comprobar la fidelidad de los demás. Jesús probó el corazón de la mujer cananea que tenía su hija enferma, comprobó su amor de madre, su perseverancia y su fe, por lo que sanó a su hija.

Juan 11:33-35 Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró. Conmovernos hasta el punto de llorar ante las pérdidas o ante alguna desgracia es algo muy humano. Jesús quizá se conmovió de la fragilidad del ser humano, de lo emocionales que somos ante la pérdida de un ser querido o de la falta de fe que a veces podemos tener.

Marcos 1:40-42 Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio. Tener misericordia y querer ayudar a alguien que sufre es algo que muchos tienen, pero no la voluntad y el amor para llevarlo a cabo. Aquí ya podemos apreciar un poco de lo divino, Jesús no solo tuvo misericordia para sanarlo, sino que pudiendo tener muchas formas de hacerlo, decide tocarlo y lo dignifica como persona, le hace sentir cariño y afecto en tan solo un acto.

Marcos 14:35-36 Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora. Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú. Es muy humano sentir temor y querer cambiar una situación, pero hay que ser muy divino para ser capaz de pedir que se haga la voluntad de Dios, a pesar de lo que iba a suceder, darte totalmente por amor.

¿Cómo no amar a alguien así? Que es capaz de entendernos, que es capaz de comprender lo vulnerable que somos, que es capaz de amarnos tanto que dio su vida para salvarnos, que es capaz de amarnos como nadie nunca lo hará.

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REFLEXIÓN: INFECTADOS POR EL PECADO

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Cuando el miedo a una guerra nuclear invadió el mundo, se le pidió a un escritor cristiano que diera su opinión, a lo que él escribió: No comencemos exagerando lo novedoso de nuestra situación. Créame, querido señor o señora usted y todos los que ama, ya estaban sentenciados a la muerte antes de que la bomba atómica fuera inventada… Este es el primer punto que debemos tener en mente. Y la primera acción que debemos tomar es recobrar la calma… C. S. Lewis

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 6:23 Hay una infección que corrompe a la humanidad, existe un virus que ha estado destruyendo a hombres y mujeres desde el inicio de los tiempos, y es el pecado.

Génesis 3:17 Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. El pecado distorsionó nuestro diseño original, nuestra perfección se deformó, nuestra alma se corrompió y trajo un castigo sobre todos nosotros. No teníamos malas emociones, el temor, el miedo, la ansiedad, la culpa, la codicia, el odio o el egoísmo, todos estos males vinieron con el pecado. Sabemos lo q está bien y lo que es malo, pero no sentimos atraídos hacia lo malo; queremos hacer el bien, pero algo dentro de nosotros nos impulsa al mal.

Romanos 5:12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Estamos dañados en nuestro interior por aquel pecado externo que no pertenecían al ser humano, no era nuestro diseño original que nuestra alma se encuentre herida y manchada, no fuimos creados para tener un corazón vacío, no es nuestro propósito ser derrotados por aquellas emociones destructivas que nos hacen malas personas, no es nuestro destino que muramos sin la esperanza de ser salvos.

Romanos 5:17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. Solo Cristo puede restaurar el diseño original del ser humano, Él nos creó y quiere transformarnos a nuestra verdadera forma, Él quiere moldearnos hasta convertirnos en esas personas que estamos destinadas a ser, aquello que nosotros solo soñamos ser.

2Corintios 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Con Jesús todo es nuevo, ya no pesa aquella mochila llena de pecado, el pasado ya no es atadura, la culpa ya no es una cadena que nos estanca, el dolor es sanado, nuestra alma y nuestro corazón son transformados.

1Pedro 5:10-11 Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén. Dios utiliza las crisis, los momentos de angustia para llamar nuestra atención y que volvamos nuestro corazón a Él. No hay cristiano que no haya pasado por aquel perfeccionamiento, así agradezcamos que agradezcamos a Dios, que como un buen padre nos por permite ser moldeados por Él.

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ESTO TAMBIÉN PASARÁ

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Cuenta una leyenda, que un rey mandó a fabricarse un anillo de diamantes hermoso y especial. Luego hizo el siguiente pedido a los sabios de su corte: Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, ese mensaje ha de ser muy breve.

Aquellos eruditos no sabían cómo darle un mensaje de dos o tres palabras que pudiera ayudar al rey en esos momentos. El rey tenía un anciano sirviente que también había servido a su padre, por lo que le consultó. Y éste le dijo: No soy un sabio, ni un erudito, pero conozco el mensaje que buscas, porque lo compartió conmigo un hombre de Dios hace tiempo (otras versiones dicen un profeta o el Rey Salomón).

El anciano escribió tres palabras en un pequeño papel, lo dobló y se lo entregó al rey con la advertencia: “No lo leas, mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo solo cuando sientas que todo ha fracasado y no encuentres salida a tu situación”.

El momento no tardó en llegar. El país entró en guerra y fue invadido rápidamente, el rey tuvo que huir a caballo para salvar su vida, ya que sus perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, al enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. No tenía reino ni ejército. En medio de la desesperación total se acordó del anillo, lo abrió, sacó el papel y decía: GAM ZEH YA’AVOR que traducido es “ESTO TAMBIÉN PASARÁ”.

Mientras leía aquella frase, se sintió renovarse, aquellas palabras habían resultado milagrosas y se propuso perseverar y salir de aquella situación. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a muchos hombres, formó un ejército y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración, al lado de su carro llegó el anciano, mientras sonreía, le dijo: Este momento también es adecuado, vuelve a mirar el mensaje.

El rey sorprendido abrió el anillo y leyó el mensaje: “Esto también pasará”, y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba, pero el orgullo, el ego, habían desaparecido. El rey terminó de comprender el mensaje.

Isaías 26:4 Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos. Cada vez que pasemos por situaciones difíciles podemos abrir nuestras biblias y leer las numerosas promesas de Dios para nosotros, ellas nos darán paz en medio de la dificultad, nos alentarán en medio de la angustia.

Salmo 30:5 Porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría. Al igual que en la historia, nosotros podemos confiar en que, si permanecemos con Dios los momentos malos van a pasar, y aún más, porque sabemos que nos espera una gran recompensa junto a Él.

Mateo 24:13 Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Algún día esta vida mortal también pasará, y debemos estar preparados para la eternidad, de nada servirán ya las riquezas de este mundo, sino todo lo que sembramos para el reino de Dios.

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AMOR EN CUARENTENA

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Durante un nuevo brote de la peste negra, se le preguntó a Martín Lutero que se debía hacer, si estaba bien quedarse y ayudar o si estaba mal irse y proteger a los hijos. En una carta bastante extensa ofreció su respuesta, la cual fue reimpresa por toda Europa y ha servido como guía a muchos creyentes hasta nuestros días.

Un resumen de la carta nos dice: Le pediré a Dios para, misericordiosamente, protegernos.

Ahí, entonces, haré vahos, ayudaré a purificar el aire, a administrar medicinas y a tomarlas.

Evitaré lugares y personas donde mi presencia no se haga necesaria para no contaminarme y, de esa forma, quizás infligir y contaminar a otros y, por tanto, causar la muerte como resultado de mi negligencia. Si por su voluntad Dios quisiera llevarme, ciertamente me llevará y yo habré hecho lo que él esperaba de mí y, por tanto, no soy el responsable de mi propia muerte ni de la de otros.

Si mi prójimo me necesita, no evitaré el lugar o la persona, sino que iré libremente conforme declarado arriba. Vea que esta es una fe que teme a Dios, puesto que no es osada ni insensata y no tienta a Dios. Martín Lutero

Durante aquel brote, Martín Lutero ofreció su casa para que muchos necesitados puedan hospedarse, y aún su esposa Catalina estando embarazada ayudaba y servía en todo lo que podía.

Hoy en nuestros días estamos en medio de una pandemia mundial, en donde hombres y mujeres en todo el mundo tienen miedo, otros sufren al ver a parientes o amigos luchar contra la enfermedad, otros lloran al saber que familiares mueren y no pueden despedirse.

La crisis también afecta a las iglesias, obligando que los cristianos ya no puedan congregarse, que los pastores tengan que buscar nuevos medios para llevar el mensaje de Dios, con el temor de que muchas de sus ovejas se enfríen o no respondan, y que como cuerpo de Cristo tengamos que enfrentarnos a una nueva realidad.

En medio de la crisis, debería ser un momento en el cual debe aflorar aquel amor de Dios que llevamos en nuestros corazones, buscando que nuestra iglesia se mantenga unida, ayudando a nuestros pastores a continuar con la obra del Señor, en donde deberíamos clamar con el corazón los unos por los otros y motivándonos mutuamente a buscar más de Dios.

También es un momento de demostrar amor por todas aquellas personas que están sufriendo, en donde debemos compartir las buenas nuevas a todos los que podamos, tener misericordia por todos aquellos que están siendo presos del temor y en donde debemos sentir aquella pasión por las almas, sentir dolor por todos aquellos que se están perdiendo sin conocer a Cristo.

Nosotros podemos estar en cuarentena, pero no debemos encerrar el amor ágape de Dios pensando egoístamente solo en nosotros mismos, debemos brindar ayuda, no buscar excusas para no hablar de Cristo, ni negarnos a compartir el evangelio, es tiempo de comportarnos como verdaderos hijos de Dios.

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LA PERSONA DE JESÚS: EL MAESTRO PERFECTO

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Hablamos mucho del lado de Jesús como el buen maestro, con la habilidad que tenía para contar en parábolas tantos misterios acerca del Reino de Dios, con esa forma de simplificar temas tan profundos en palabras tan claras que muchos pudieran entenderlo; pero Jesús también es un maestro que trasmitía muchísimo con el ejemplo.

Lucas 18:1 También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar. Jesús tenía una importante vida de oración, era una parte vital de su día encontrarse con su Padre Celestial, y cuando Él enseñaba acerca de la oración, tenía la autoridad para hablar de aquel tema, podía expresarlo de forma adecuada porque era un tema que dominaba y que practicaba continuamente. Lucas 6:12 En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.

Lucas 11:1 Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. El ejemplo de Jesús provocó que sus discípulos también quisieran orar como Él, porque nuestros actos hablan, nuestras acciones trasmiten y pueden ganar a muchos.

Lucas 6:37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. Jesús no enseñaba algo que Él no pudiera hacer, y cuando uno de sus discípulos que lo acompañó durante tanto tiempo, que fue escogido para manejar las finanzas, lo traiciona, Jesús lo sigue tratando con amor, tenía un corazón lleno de perdón. Mateo 26:50 Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron.

Juan 21:17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. Jesús observó el momento exacto en que Pedro le negó, y lejos de acercarse a reprocharle por no escucharle cuando le advirtió, se acerca a Él con misericordia y lo restaura, y aquel hecho marcaría por siempre la vida del apóstol.

Lucas 6:27 Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; Jesús nos demostró el mayor acto de amor en toda la historia de la humanidad, mientras que muchos lo insultaban, otros lo habían escupido y golpeado, hasta echaban suertes para quedarse con sus vestidos, Él nos demostró que el amor perdona, que el amor no guarda rencor, que el amor se preocupa por el destino de los demás. Lucas 23:34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.

Juan 15:13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. A todos nos gusta que nos sirvan, que nos demuestren afecto, que nos den atención; sin embargo, nos cuesta mucho demostrarlo, nos cuesta ponernos en el lugar de la otra persona, nos cuesta horrores sacrificarnos por alguien más. Jesús nos demostró lo que significa tener amor ágape, lo que es tener un amor entregado y desinteresado.

Estamos viviendo un tiempo bastante especial y distinto, ahora más que nunca en la historia, necesitamos comportarnos como discípulos de Jesús, necesitamos poner en práctica lo que aprendimos del Maestro.

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