La Locura del evangelio

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Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. 1 Corintios 1:18

El siguiente versículo mayormente solo se usa para justificar la siguiente frase: “Estoy loco por Jesús” Pero a pesar de repetir aquella frase, en nuestra vida práctica olvidamos la verdadera importancia de la locura en el evangelio y en la vida de un cristiano.

La palabra locura tiene dos significados que me gustan mucho:

1. Determinado comportamiento que rechaza las normas sociales establecidas.

2. Privación del juicio o del uso de la razón.

Jesús vino rompiendo las costumbres sociales de aquel tiempo, a Él no le importó parecer un loco ante los ojos de los demás, Él sanaba, echaba fuera demonios, hacía milagros, predicaba, y enfrentó a la religiosidad arriesgando su vida e incluso la cedió con tal de poder darnos a nosotros la oportunidad de alcanzar la salvación.

Ésa es la base del evangelio, el gran sacrificio de Jesús en la cruz del calvario estaba lleno de locura y amor por todos nosotros.

Los discípulos de Jesús tuvieron que soportar ser vistos como locos por predicar acerca de un hombre que murió en una cruz como un criminal, pero aquellos hombres sabían que aquel hombre era el Cristo, el hijo de Dios, y tuvieron la suficiente fe y la locura para arriesgar sus vidas con tal de seguirle y llevar las buenas nuevas a todos cuanto podían.

Ante los ojos de nuestra sociedad actual, lo que hizo José al no ceder su santidad ante la esposa de Potifar sería una locura.

Parecería privado de razón aquel joven que con una onda intentaba vencer a un gran gigante que atemorizaba a su nación.

Parecería falto de juicio aquel hombre que estando prisionero y siendo perseguido por causa del evangelio, pueda escribir que el evangelio es poder de Dios.

La biblia y la historia están llenas de hombres y mujeres que muchos considerarían que estaban locos para atreverse servir a Dios y guardar la santidad.

Dios está buscando ese tipo de personas en estos días, hombres y mujeres que sean lo suficientemente locos para servirle, que tengan el suficiente amor por los demás que sean capaces de predicar la locura del evangelio a tantas personas que sufren, sin importarles lo que pueda opinar el resto.

El mismo Pablo, un hombre verdaderamente loco por Jesús, también escribió: ¡Ojalá me toleraseis un poco de locura! Sí, toleradme. 2 Corintios 11:1

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