¿Y PARA QUÉ?

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Cuenta una historia que había un turista viendo a un pescador recostado y se le acerca para buscarle conversación:

-Turista: Disculpe, ser pescador debe ser muy duro, ¿Cuántas horas trabaja usted?

Pescador: Sí es una labor muy difícil, yo le echo a la pesca dos o tres horitas.

-Turista: Qué me dice usted ¿Y qué hace el resto del tiempo?

-Pescador: Vaya, yo me levanto tarde, pesco unas horas, juego un rato con mis hijos, paso la tarde con mi esposa y al anochecer me da tiempo para verme con amigos.

-Turista: Pero ¿cómo es usted así? ¿Por qué no trabaja más?

-Pescador: ¿Y para qué?

-Turista: Bueno si trabaja más en unos años podría comprar un barco más grande.

-Pescador: ¿Y para qué?

-Turista: Bueno más adelante podría abrir una empresa de embarcación en el pueblo.

-Pescador: ¿Y para qué?

-Turista: Bueno más adelante podría abrir sucursales hasta la capital.

-Pescador: ¿Y para qué?

-Turista: Bueno más adelante todavía, podría expandirse al mercado internacional.

-Pescador: ¿Y para qué?

-Turista: Bueno las acciones de su compañía se cotizarían en la bolsa de valores.

-Pescador: ¿Y para qué?

-Turista: Bueno ya con las acciones podría llegar a ser muy rico.

-Pescador: ¿Y para qué?

-Turista: Bueno qué se yo… al cumplir 65 o 70 años podría retirarse y venir a este pueblo a levantarse tarde, trabajar solo unas horas, jugar un rato con sus nietos, pasar la tarde con su esposa si sigue con vida y al anochecer quizá tenga tiempo para ver a los amigos que le queden…

La historia recuerda mucho a la parábola de aquel rico insensato (Lucas 12:15-21), que luego de tanto trabajo decide agrandar sus graneros y ahora sí poder disfrutar, pero Dios le dice: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?

Hoy en día pareciera que el sistema del mundo nos obliga a vivir de una manera esclavizante y ya no nos queda tiempo para las cosas realmente importantes como la espiritualidad, la familia, las amistades o el verdadero desarrollo personal. La vida es más que títulos en una pared, es más que el puesto de un trabajo ajeno, es más que una cuenta bancaria, un renombre profesional u obtener muchos seguidores en redes sociales. De nada servirá ganar todo lo anterior y perder el alma (Mateo 16:26), nada de eso nos servirá ante el juicio eterno que todos deberemos enfrentar.

También la vida es más que vivir una falsa vida cristiana, en la cual después de tanto asistir a la iglesia y mantenerse ocupado fingiendo una doble vida, llegue al cielo y escuche con asombro: Yo nunca te conocí, apártate de mí hacedor de maldad (Mateo 7:23).

¿Y para qué? ¿Y para qué sirvió su vida? ¿Y para qué invirtió tanto en lo terrenal? ¿Y para qué decidió no ser un verdadero creyente? ¿Y para quién será tanto esfuerzo y horas perdidas?

Hoy tiene la oportunidad para valorar lo importante, para esforzarse por lo eterno, para arrepentirse, para cambiar y mejorar antes de que su vida en este mundo concluya, llegue ante el gran trono blanco, lean el libro de la vida y usted diga: ¿Y para qué…?

NEGAR LA REALIDAD

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La presidenta del Perú Dina Boluarte dijo en declaraciones recientes: “El Perú es un país que está en calma y paz” lo cual ha generado bastantes controversias y debates, ya que sus palabras se encuentran bastante alejadas de la realidad, en el país la tasa de delincuencia ha aumentado muchísimo en los últimos meses, al igual que se habla de una fuerte recesión económica.

Negar la realidad no provoca que las circunstancias adversas cambien ni tampoco las evita, por el contrario, si no tomamos las debidas acciones puede que todo empeore y que las consecuencias de nuestra negación nos afecten en mayor medida.

Muchos cometen el error de pensar que la declaración de fe es negar la realidad, por el contrario, es creer que la realidad va a cambiar con la ayuda de Dios, es creer que lo que para nosotros parece imposible con el favor de Dios puede ser posible.

La fe es acción, eso quiere decir que no basta solo con tener la esperanza de que todo va a cambiar, sino que se requiere de esfuerzo y de confianza hasta escuchar la respuesta de Dios, se requiere de firmeza para batallar sin dudar, de valentía para esforzarnos y creer en sus promesas para actuar conforme a ellas.

· No puedo negar que he pecado, pero creo que la sangre de Cristo me limpió y me hace una nueva criatura.

· No puedo negar que ahora me encuentro enfermo, pero creó que por las llagas de Cristo ya he sido sanado, y lo declaro día tras día.

· No puedo negar mi escasez, pero creo que en Cristo soy prosperado en todas las cosas, y que si le busco todo lo demás vendrá por añadidura.

Los cristianos no niegan la realidad, pero tampoco se conforman a ella, los cristianos buscamos primero la ayuda de Dios ante cualquier mala noticia, ante cualquier angustia o necesidad. Acudimos a su presencia en búsqueda de su favor, apelamos a su gracia y misericordia para que sea Él quien nos sostenga con su diestra y nos de la victoria.

Confesamos con fe las promesas de Dios y nuestra alma descansa en ellas, no permitimos que la ansiedad nos venza, que la angustia nos haga desmayar, que la depresión nos derribe, que “el no se puede” nos mantenga de brazos cruzados, sino que confesamos:

· Diga el débil: ¡Fuerte soy!

· Diga el pobre: ¡Rico soy!

· Diga el triste: ¡Alegre estoy!

Los cristianos tenemos al creador de la realidad a nuestro lado, al Creador del universo junto a nosotros, al Salvador de nuestras almas en nosotros, por eso podemos decir confiadamente: Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo… Salmo 23:4

ANIMAOS UNOS A OTROS

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Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras. 1Tesalonicences 4:18

El apóstol Pablo nos relata en su primera carta a tesalónica acerca del rapto y los tiempos finales, pero él en muchas ocasiones insta a los hermanos a motivarse los unos a los otros y a encontrar esperanza y fe en la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo.

Hoy en día hablar de los tiempos finales causa miedo, ansiedad o pena en los hermanos, a tal punto que muchos piensan que no estarán listos para la segunda venida, ya hasta han perdido las ganas de luchar para ser parte de aquella novia vestida de lino fino, limpio y resplandeciente.

Una de las principales virtudes de la iglesia primitiva y que los ayudaba a estar preparados para la segunda venida, nos lo vuelve a indicar el apóstol Pablo: Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis. 1Tesalonicences 5:11

Hermanos necesitamos animarnos los unos a los otros, reconocer que es más fácil poder avanzar el Camino angosto si tenemos la ayuda y la corrección de otr@ herman@ en Cristo. Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Hebreos 3:13

Hermanos, incluso si tropezamos es más fácil que podamos reincorporarnos y no apartarnos si contamos con la mano de otr@ herman@ en Cristo que nos ayude a levarnos: Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. Eclesiastés 4:9

Pero ante todo debemos contar con el mejor amigo de todos, aquel que no traiciona, aquel que nunca falla, que siempre llega a tiempo, aquel que nos comprende más que nadie, aquel que trae paz al corazón, aquel que nos ama con un amor eterno, aquel que promete estar siempre a nuestro lado, aquel que siempre está dispuesto a dar otra oportunidad al que verdaderamente le busca: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. Mateo 11:28 -30

EL HIJO NECIO

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Los proverbios de Salomón. El hijo sabio alegra al padre, Pero el hijo necio es tristeza de su madre. Proverbios 10:1

Hoy en día muy pocos hijos se preocupan de no ser necios ante los consejos de sus padres, pareciera que el egoísmo ha crecido tanto, que a los hijos ya no les incomoda ver sufrir a sus madres, que no les duele el corazón por hacer sentir mal a sus padres, ni mucho menos sienten culpables por ser rebeldes al Padre Celestial.

Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; No hay quien haga el bien. Salmo 14.1 Lo vergonzoso y perjudicial del necio es que no cree en Dios, no cree en la justicia divina, no tiene temor del castigo eterno, no actúa con el amor de Dios, no comprende que sus actos tendrán consecuencias en sí mismo y en su prójimo, no discierne que tendrá que dar cuentas de sus malas acciones ante un Dios que todo lo ve.

Sin embargo, un caso muy distinto es la de aquellos hijos que sin querer pudieron haber fallado o que al errar provocaron el malestar de sus padres. Un hijo que ama de verdad se arrepiente sinceramente, cambia hasta tratar de enmendar el error causado, se esfuerza para recuperar la confianza, corre arrepentido a casa, así como el hijo pródigo que reacciona y fue corriendo con arrepentido a los brazos de su Padre.

La biblia menciona que en los últimos tiempos Dios restaurará nuevamente el amor entre padres e hijos: He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición. Malaquías 4:5 -6

La biblia también menciona que hay esperanza para aquellos necios arrepentidos, para aquellos que reconocen su necedad y le buscan genuinamente: Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Santiago 1:5

Dios también eligió lo necio del mundo, a todos aquellos que no hubieran sido elegidos por nadie más, eligió a los despreciados para transformarlos en vasos útiles para el reino de los Cielos: Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia. 1 Corintios 1:26-29

Así que ya no llame necio a lo que Dios restauró, ayudemos a aquellos necios arrepentidos que buscan restauración, que necesitan consolación, que se esfuerzan para volver a la Casa del Padre: Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Mateo 5:22

EL RETRATO DE UN PECADOR

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Cristo ayúdame a clavar en la cruz el vestigio del viejo hombre que hay en interior, aquel retrato retorcido de mis pecados, de mi egoísmo y maldad.

Pásame los clavos y el martillo, toma mi mano y juntos clavemos en aquella madera el retrato del pecador que solía ser.

Que pueda clavar en aquel madero todo lo malo que había en mi interior, toda aquella oscuridad que me daba miedo contar, todos los pensamientos que me alejaron de Ti.

Golpe tras golpe, clavo tras clavo, crucificando en aquel madero los deseos engañosos que sentía, las mentiras que decía, los pecados que deformaban mi interior.

Cuántas veces me quité tu yugo y aparté de mí tu ligera carga; cuántas veces fui aquel soldado romano que golpeó tu lacerada espalda, pero ahora quiero ser un Simón de Cirene y junto a Ti llevar juntos aquella pesada cruz.

No puedo redimir por mí mismo mis pecados, por mi propia voluntad no puedo ser bueno, ni mis propios esfuerzos me garantizan la salvación de mi alma.

Sólo Tú en la cruz me diste libertad, solo Tú en la cruz me diste redención, solo Tú en la cruz pagaste el precio que yo merecía pagar por mis faltas, por mis errores por mis maldades y por mis debilidades.

Porque yo ya no quiero ser aquel retrato sombrío de un pecador, no resisto la mirada pícara del viejo hombre, no tolero su sonrisa burlona, sus palabras hirientes llenas de enojo, no deseo ser aquella persona llena de odio y depresiva por no saber por no tener un rumbo.

Jesús ayúdame a ser una verdadera nueva criatura, con una mente renovada y un corazón de carne que pueda amarte de verdad, que no vuelva a traicionarte, que no te hiera nunca más.

Quiero llevar en mí tus marcas, soportar en mi espalda cada día el peso de la cruz, negarme todos los días a mí mismo hasta que tu voluntad se cumpla en mí.

Ya no quiero ser el retrato de un pecador, quiero ser un cristiano verdadero, quiero tener una mirada de misericordia, tener un corazón lleno de tu amor, un alma llena del perfume de Cristo.

Quita las piedras que evitan que corran tus ríos de agua viva en mi interior, que pueda realmente dar frutos dignos de arrepentimiento que alegren tu corazón.

LA DECISIÓN DE PERDONAR

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Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mateo 18:15

Jesús se encuentra enseñando sobre que hacer si un hermano peca, sobre la importancia de ganarlo nuevamente al reino de los cielos; de pronto uno de los doce siente una fuerte duda: Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. Mateo 18:21 -22

¿Cuántos Pedros existen hoy en día que en vez de querer poner en práctica el perdón, tratan de limitarlo, tratan de acortarlo o condicionarlo?

Es curioso que el perdón no es uno de los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23), y aunque queramos buscar la excusa de que no fluimos en el fruto del amor y que por eso no perdonamos, el amor es el primero de los frutos que deberían fluir en nuestra vida al convertirnos.

El tomar a decisión de perdonar es tan importante que Jesús nos advirtió las consecuencias de no hacerlo luego de enseñarnos la oración del Padre Nuestro: Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. Mateo 6:14 -15

Muchos cometen el error de pensar que el nuevo nacimiento nos cambia a tal punto que ya somos perfectos, pero la biblia nos enseña que debemos transformar y renovar nuestro entendimiento, menguar para que aquel Cristo que fue capaz de pedir perdón por aquellos que lo habían crucificado crezca en nosotros.

Duele mucho perdonar a una persona que amamos y nos falló, es más fácil perdonar a un extraño que a alguien cercano que conocemos muy bien. Cuando leemos la parábola del hijo pródigo vemos como aquel padre abraza a su hijo sin reclamarle, sin golpearlo por su falta, sin recriminarle con cólera su regreso; en aquella parábola el más normal parece el hermano mayor que recrimina al papá lo que acaba de hacer, pero el buen padre le hace entender que también lo ama, que no está valorando lo que tiene y que haría por él lo mismo que hizo por su hermano si se equivoca.

Somos muy duros con los que fallan, a tal punto que pareciera que necesitamos que Jesús aparezca y nos diga: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra, somos fariseos que tenemos lista la piedra, pero no tenemos el abrazo preparado para aquellos que buscan el perdón.

Debemos practicar el perdón tan igual como ejercitamos un músculo, siguiendo las pautas que Jesús nos dio, comprendiendo que Dios no dejará para siempre caído al justo (Salmo 55:22) y recordando que si no existiera el perdón, hubiéramos perdido a Marcos el cuál según la historia fue el primero en escribir un evangelio, hubiéramos perdido al mismísimo Pedro que fue un pilar de la iglesia primitiva, al rey David y sus bellos salmos y ha muchos otros que a lo largo de la biblia y de la historia nos demuestran que Dios puede rehacer la vasija de barro que parece haberse perdido.

Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. Malaquías 3:17

TRINOMIO CRISTIANO PERFECTO

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El trinomio cuadrado perfecto es de gran importancia ya que nos ayuda a resolver de forma sencilla problemas de Física, Química, Finanzas, etc. Se emplea en la solución de ecuaciones cuadráticas y algebraicas, además nos permite definir en una ecuación formas como las de un espejo parabólico, un telescopio reflector o una antena parabólica.

En la biblia también tenemos una fórmula que nos permite conocer las tres principales virtudes que requiere todo creyente para que pueda definir la imagen de Cristo en su vida.

Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. 1Tesalonicenses 5:8

1. La feporque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor. Gálatas 5:6 La fe es activa cuando está acompañada de amor, la fe aumenta entre más conocemos y nos enamoramos más de Dios y de su palabra, la fe que tiene la seguridad de que lo que esperamos va a suceder y cree en lo invisible es aquella que opera a través del amor.

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Hebreos 11:1 La fe espera activamente, no pierde la esperanza a pesar del paso del tiempo, acompañada de la esperanza no mengua, sino que sigue perseverando hasta alcanzar la promesa de Dios.

…acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo. 1Tesalonicenses 1:3

2. La esperanzay la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:5 El amor da calidez a los fríos minutos cargados de incertidumbre y silencia las voces de duda del enemigo, el amor nos ayuda a mantener viva la esperanza, porque sabemos que tenemos un Dios que verdaderamente nos ama con un amor infalible y confiable.

Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia; Gálatas 5:5 La fe aprende a esperar, la fe cree que el tiempo de Dios es perfecto ya que a su debido tiempo Él traerá libertad y salvación si esperamos pacientemente, la esperanza va de la mano con la fe hasta que el tiempo oportuno de Dios nos alcance.

Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. 1Corintios 13:13

3. El amor Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 1 Corintios13:7 El apóstol Pablo llega a la conclusión de que el amor es la principal virtud del creyente porque lleva en sí misma fe y esperanza. El amor es la mayor fuerza de la creación, nos ayuda a confiar en Dios en los momentos más duros de la vida, por amor buscamos sus palabras las cuales alimentan nuestra fe, el amor nos impulsa a esperar pacientemente en las promesas de Dios, aunque tardemos en verlas.

TODO LO SUFRE

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Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 1 Corintios13:7

Decir que el amor todo lo sufre pareciera tan contradictorio. Estamos acostumbrados a pensar que el amor será siempre un Camino de rosas, un eterno paraíso de bellos momentos y alegres recuerdos; hasta que los problemas en la pareja empiezan.

Aprendemos que a veces tenemos que ceder a nuestra comodidad, dar más del cien por ciento para que la relación funcione, esforzarse para alegrar a la otra persona, perdonar faltas grandes y pequeñas, comprender las necesidades del otro, sacrificarse para mantener el calor del amor.

Se sufre cuando se discute, cuando las peleas no hallan una rápida solución, cuando hay frialdad en el otro, cuando la molestia no disminuye, cuando las horas pasan sin hablarse, cuando te sientes solo en tu propio hogar, cuando los te amo no se escuchan, cuando no reconoces a tu pareja idónea.

En ese momento el enemigo aprovecha para susurrar pensamientos: ¿Realmente esa es la persona que Dios preparó para mí? ¿me habré equivocado? ¿debí esperar a que Dios me de más confirmaciones?

Entonces Dios te hace recordar que Él también ha sufrido por amor a ti, Él perdonó cada una de tus faltas, cada día te tiene paciencia, te bendice a pesar de tu pasado, sin importar lo que hiciste Él dio su vida por ti, Él te ama con amor eterno y nuevas son sus misericordias cada mañana.

Entonces comprendes que aquel sufrimiento no es en vano, que todo el esfuerzo vale la pena cuando observas sus ojos llenos de gratitud, que el ser humilde al pedir perdón provoca que haya restauración, que al tomarle la mano y decirle que le amas abre aún más su corazón, que las largas charlas les hacen darse cuenta que ambos están luchando por su hogar y por su fe.

Vale la pena sufrir por amor un amor que pone a Jesús en el centro, que persevera a pesar de las dificultades, vale la pena sacrificar tu tiempo por aquella pareja idónea, vale la pena perder horas de sueño por nuestra compañera de batallas, vale la pena ser detallista por la persona que Dios preparó para ti, vale la pena sufrir para construir un verdadero matrimonio basado en Jesucristo.

JACOB LLORA A SUS HIJOS

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Voz fue oída en Ramá, Grande lamentación, lloro y gemido; Raquel que llora a sus hijos, Y no quiso ser consolada, porque perecieron. Mateo 2:18

El mundo observa con horror las consecuencias que trae consigo la guerra, nos sorprendemos de la crueldad con que la que el ser humano es capaz de tratar a sus semejantes.

Ahora vemos noticias cargadas de historias que nos escarapelan el cuerpo de tan solo escucharlas, como si nuestra sociedad hubiera vuelto a la edad media y no les importara arrancarles la inocencia a infantes o lastimar sin ninguna misericordia a personas mayores.

¿Cuántas vidas se han perdido? ¿cuántos bebés han quedado sin padres? ¿cuántos padres han quedado sin hijos? ¿cuántas personas han quedado sin hogar? ¿cuánto dolor están cargando aquellos que viven en aquellos lugares? ¿cuánta desesperanza hay en sus corazones?

Hoy países están llorando la perdida de sus seres queridos, hoy Jacob está llorando desconsolado la pérdida cruel de aquellos inocentes que murieron víctimas del egoísmo y la maldad.

El Señor Jesucristo nos advirtió hace dos mil años que el amor de muchos se enfriará, la biblia nos avisó que en los postreros tiempos habría hombres amadores de sí mismos, sin afecto natural e implacables, y eso es lo que estamos viendo hoy en día.

La biblia también nos alertó acerca de un juicio, y hoy Dios nos observa todo el tiempo, Él está pesando en su balanza la maldad de nuestra sociedad, la maldad que existe en nuestras calles y en cada uno de nuestros corazones.

La maldad y el pecado del mundo está llegando a un nivel intolerable, y Dios nos advirtió que habrá un llanto aún mayor y un crujir de dientes; si no nos arrepentimos, si no reflexionamos sobre nuestras acciones, sobre lo que pensamos, y damos frutos dignos de arrepentimiento, entonces sufriremos por toda la eternidad en el infierno.

Cristo es la única esperanza para el ser humano, Él es el único que puede limpiar nuestras almas, aquel que puede sanar nuestra dañada sociedad si tan solo lo invocáramos sinceramente, si tan solo le abrimos la puerta de nuestro corazón y de nuestra nación.

¿No sería hermoso ver países sin crímenes, llenos de personas amables, en donde la maldad no existiera y en donde no necesitaríamos de cárceles? Cristo puede traer paz y justicia al mundo, Cristo puede traer consuelo, paz y esperanza a todos los corazones.

Hoy estamos vivos y es el tiempo preciso para buscarlo antes de que sea muy tarde, las promesas de Dios son para hoy, ahora es el día de salvación.

HE VENIDO POR TI

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Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores. Marcos 2:17

Se requiere de mucha humildad, sabiduría y/o madurez para reconocer que estamos equivocados, que cometemos errores, que todavía queda maldad dentro de nosotros que nos impide alcanzar aquella perfección que Dios quiere de nosotros.

La biblia nos enseña como los fariseos tuvieron al frente al Mesías, a Cristo mismo; ellos podían escuchar sus sermones y parábolas, ver sus milagros y acciones, pudieron haberse acercado a Él en innumerables ocasiones, pero por su orgullo, su soberbia y/o arrogancia lo menospreciaron, lo trataron como un vulgar pecador y falso maestro.

Fue tanta la altivez de su corazón que muchas veces Jesús les habló directamente para salvarlos, pero ellos no eran capaces de entender que debían cambiar, no querían aceptar que estaban equivocados y que tenían un corazón enfermo.

Existe un gran peligro en el orgullo porque no nos permite ver nuestra realidad y no nos permite reconocer nuestra enfermedad. A veces Dios nos habla directamente al corazón pero nosotros decimos: “el mensaje fue para aquel hermano o hermana” “la revelación debe ser para los nuevos” “su salvación es para los que tienen una mala vida” “el evangelio es para los necesitados”.

Dios conoce tu corazón y sabe lo dañado que está. Aquellas áreas oscuras que todavía no le has entregado, aquellos traumas que te niegas a aceptar, aquel dolor que no eres capaz de soltar, aquella falta que prefieres no reconocer, aquel pecado oculto que no puedes controlar.

No se trata de cuánto tiempo llevas en la iglesia, no se trata de cuán bueno crees que seas, no importa cuantos mensajes escuchaste. Dios ve dentro de nosotros y puede ver que todavía no ha acabado su obra en ti, que todavía puede seguir sanándote si tan solo reconoces que estas enfermo.

Muchos piensan: “ya soy cristiano mucho tiempo, no puedo tener esos problemas” “ya soy seguidor de Cristo y lo que le entregué es suficiente” “he vivido varios años en la fe, no requiero que sane más mi corazón” “me da vergüenza admitir que mi alma está enferma”.

Él ha venido por tí, Él llama bienaventurados a aquellos que reconocen su pobreza espiritual y lloran por un cambio, Él recoge a las ovejas que se pierden; Él quiere convertir aquel corazón endurecido como piedra por las heridas, las decepciones y los traumas en un corazón de carne capaz de sentir, amar y perdonar. Si tan solo reconoces que estás enfermo.