Moisés había tenido un encuentro increíble con Dios, un encuentro en cual Dios se le aparece en medio de la zarza ardiente, en donde veíamos a un Moisés dudoso y temeroso. Pero ahora las plagas ya habían pasado, el mar se había divido, y ahora Moisés va a tener un nuevo encuentro muy especial con Dios.
Éxodo 33:11-13 Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.
Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos.
Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo.
La comunión de Moisés con Dios era tan íntima que hablaban como amigos, Dios podía confiar en Moisés, y Moisés tenía favor delante de Él, por lo que Moisés lejos de abusar de su confianza, lo que Él pide es que le muestre su camino. Moisés quería conocer más de Dios, no solo le bastaba con hablar con Él constantemente, sino que quería saber cuál era el camino para tener una mayor comunión con Él, quería saber el camino al corazón de Dios.
Éxodo 33:14-17 Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.
Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.
¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra?
Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre.
Moisés no quería ni moverse sin estar seguro que la presencia de Dios lo acompañaba, para Él tener la presencia de Dios era más importante que tener un gran ejército o que las riquezas. Él sabía que si Dios lo acompañaba todo estaría bien, porque solo la presencia de Dios trae descanso a nuestras almas, solo en su presencia hallamos consuelo y paz.
Éxodo 33:18-23 El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria.
Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente.
Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.
Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña;
y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado.
Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro.
Moisés no se conformaba, quería continuamente aprender más de Dios, ir incluso más allá, quería ver su gloria, anhelaba un encuentro mayor con su Señor.
Nuestra carne mortal no puede soportar ver la majestad ni la gloria de Dios, pero aquel pedido había tocado el corazón de Dios, así que Él le revela su nombre, y al hacerlo le estaba demostrando que se había ganado su favor, por lo que pudo alcanzar ver una parte de su gloria.
Imitemos esa actitud de Moisés, de querer buscar siempre la presencia de Dios, y aún más, que no desistamos hasta ver su gloria en nosotros.
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