TODO LO SUFRE

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Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 1 Corintios13:7

Decir que el amor todo lo sufre pareciera tan contradictorio. Estamos acostumbrados a pensar que el amor será siempre un Camino de rosas, un eterno paraíso de bellos momentos y alegres recuerdos; hasta que los problemas en la pareja empiezan.

Aprendemos que a veces tenemos que ceder a nuestra comodidad, dar más del cien por ciento para que la relación funcione, esforzarse para alegrar a la otra persona, perdonar faltas grandes y pequeñas, comprender las necesidades del otro, sacrificarse para mantener el calor del amor.

Se sufre cuando se discute, cuando las peleas no hallan una rápida solución, cuando hay frialdad en el otro, cuando la molestia no disminuye, cuando las horas pasan sin hablarse, cuando te sientes solo en tu propio hogar, cuando los te amo no se escuchan, cuando no reconoces a tu pareja idónea.

En ese momento el enemigo aprovecha para susurrar pensamientos: ¿Realmente esa es la persona que Dios preparó para mí? ¿me habré equivocado? ¿debí esperar a que Dios me de más confirmaciones?

Entonces Dios te hace recordar que Él también ha sufrido por amor a ti, Él perdonó cada una de tus faltas, cada día te tiene paciencia, te bendice a pesar de tu pasado, sin importar lo que hiciste Él dio su vida por ti, Él te ama con amor eterno y nuevas son sus misericordias cada mañana.

Entonces comprendes que aquel sufrimiento no es en vano, que todo el esfuerzo vale la pena cuando observas sus ojos llenos de gratitud, que el ser humilde al pedir perdón provoca que haya restauración, que al tomarle la mano y decirle que le amas abre aún más su corazón, que las largas charlas les hacen darse cuenta que ambos están luchando por su hogar y por su fe.

Vale la pena sufrir por amor un amor que pone a Jesús en el centro, que persevera a pesar de las dificultades, vale la pena sacrificar tu tiempo por aquella pareja idónea, vale la pena perder horas de sueño por nuestra compañera de batallas, vale la pena ser detallista por la persona que Dios preparó para ti, vale la pena sufrir para construir un verdadero matrimonio basado en Jesucristo.

Dios de toda gracia

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Pedro

Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. 1Pedro 5:10

Imagínense al apóstol Pedro sentado redactando esta carta, Él ya es mayor y ciertamente han pasado muchos años desde que vio al Maestro por última vez, pero sus recuerdos siguen intactos, Él nunca ha olvidado los acontecimientos que lo hicieron cambiar.

Mientras escribe de seguro recuerda lo ocurrido en aquella noche, cuando su Maestro le dijo que sería crucificado y que ellos lo traicionarían.

Recordaría su vehemencia al responder, sin pensar le dijo a que lo seguiría hasta la muerte.

Recordaría que el Dios de toda gracia sabiendo lo que pasaría, le respondió sin enojo que esa misma noche antes de que el gallo cantara, él ya lo habría negado tres veces.

Pedro de seguro escribiría acerca de padecer recordando lo ocurrido tantos años atrás, Él padeció en aquella noche, al sentir miedo de verse rodeado por soldados romanos, sintió enojo cuando vio que se llevaban a su Señor encadenado, sintió desesperación cuando lo acusaban de haber estado con Jesús, sintió remordimiento cuando sus labios pronunciaron blasfemias, sintió vergüenza cuando su mirada se cruzó con la de su Maestro, sintió dolor cuando lloró amargamente arrepentido.

Pedro de seguro con lágrimas en los ojos estaría recordando cuando el Maestro tiempo después sentados los dos al calor de una pequeña zarza, tras un gran milagro le preguntaba si lo amaba.

Pedro mientras lo escuchaba y veía su mirada llena de amor, podía leer el mensaje entre líneas, El Dios de toda gracia le estaba diciendo: Pedro yo sí te amo, ¿Me amas Tú? Y al decírselo tres veces entendió que Él ya lo había perdonado por negarle.

Pedro padeció pero Él entendió que todo eso era necesario para que fuera perfeccionado, afirmado, fortalecido y establecido en la fe y el amor de Dios.

Años más adelante la historia nos relata que aquel Pedro que una vez negó a Jesús y que tras muchos años después nos escribió aquel versículo, prefirió morir crucificado antes que volver a negar a su Maestro y al Señor que lo amaba y que lo había perdonado.

Quizá acabas de fallarle a Dios y sientas que no mereces seguirle, pero hoy Dios al igual que a Pedro, te está preguntando: ¿Me amas?

Si amas a Dios arrepiéntete y vuelve a sus brazos porque Él todavía te sigue amando, el Dios de toda gracia no está molesto contigo, Él quiere perdonarte y ayudarte a ser mejor.

Y es por ese amor tan grande es que siempre diremos: A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén. 1Pedro 5:11

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