Él asistió a la vigilia de fin de año de su iglesia, lloró y pidió perdón por su año anterior, entonces decidió que iba a cambiar, y dejaría atrás todo lo malo que había en él.
Iba a renacer a partir de enero, ya no se permitiría mal gastar su tiempo, comenzaría su nueva etapa desde cero.
Los primeros días del mes leía la biblia seguido, descargó la aplicación para leerla en el camino, se tomaba su tiempo para orar y tener su devocional por las noches.
Conforme pasaban los meses se le hacía difícil cumplir su promesa, el trabajo y estrés lo absorbían, las distracciones le impedían luchar con la misma pasión.
El calendario marcaba el mes de mayo, ya su corazón parecía estar muy frío, dejaba días sin orar y no sentía nada, podía pasar semanas sin abrir su biblia.
El otoño caía sobre él, una tarde caminando por un parque al sentarse en una banca pensó en orar, pero le dolía mucho no haber podido cumplir su promesa.
Para el invierno sentía que Dios estaba tan lejano, cada día al llegar a casa examinaba su vida, se daba cuenta de lo mucho que se había equivocado.
Los meses de primavera estaban terminando, pero él había vuelto a tomar la decisión de cambiar su vida, se dio cuenta que Dios lo seguía esperando.
Ya para diciembre era un hombre completamente nuevo, no dejaba de asistir nunca a una reunión, su casa era un verdadero altar para Dios.
Se dio cuenta que, aunque había fallado mil y un veces el amor de Dios por él era el mismo, aquella lección lo hizo estar tan agradecido que nunca más pudo alejarse.
Para año nuevo ya no necesitaba hacer ninguna promesa vacía, en su corazón ya estaba la decisión firme de no fallarle a su Señor.
El verano del siguiente año enseñaba a los demás aquella lección, se convirtió en un verdadero modelo de como amar a Dios.
Inspirado en la canción: Año Nuevo de Marcos Vidal.
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