Pero ellos nada comprendieron de estas cosas, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que se les decía. Lucas 18:34
Jesús una vez más comienza a explicarle a los discípulos acerca de que es necesario que vayan a Jerusalén, les abre el corazón y les narra los padecimientos que Él va a sufrir, de como será humillado y golpeado hasta el punto en que dará su vida y resucitará al tercer día.
Sin embargo, ellos no comprendían todo lo que Él les decía, sí estaban escuchándolo, pero no podían entender la profundidad de sus palabras, sí lo estaban viendo, pero no comprendían la importancia de su sacrificio.
Otra versión nos dice: Pero ellos no entendieron nada de esto. La importancia de sus palabras estaba oculta de ellos, y no captaron lo que decía. Lucas 18:34
Existen personas a las cuáles les predicamos el evangelio y no son capaces de entenderlo, no se dan cuenta de la importancia que tiene la salvación para sus vidas, esta encubierto para ellos la gravedad de sus pecados.
Incluso existen cristianos que asisten a la Iglesia y no comprenden los mensajes, Jesús les está abriendo el corazón, pero no captan lo que se les dice, no entienden que Cristo los está llamando, que quiere corregir su andar.
¿Qué podemos hacer para evitar que eso nos ocurra, y que podemos hacer que otros puedan entender el mensaje del evangelio?
El capítulo no termina allí, inmediatamente después nos cuentan acerca de un hombre ciego, que se encontraba sentado junto al Camino. Al escuchar el alboroto de la multitud que comenzó a seguir a Jesús, preguntó qué era aquello. Le dijeron: Es Jesús.
Aquel hombre no lo piensa más y comienza a gritar: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Algunos intentaban callarlo, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Lucas 18:38-39
Jesús se detiene, aunque una multitud lo estaba siguiendo, el clamor de un alma que lo llamó con el corazón hizo que lo mandara llamar. Jesús lo observa y le pregunta: ¿Qué quieres que te haga?
¿Qué deseas que Jesús haga por ti? Algunos pedirían riquezas, otros que cumpla sus sueños, otros que sean famosos, otros placeres, lujos o fama. Aquel ciego respondió: ¡Quiero ver!
Quizá es tiempo de gritar como aquel ciego, es tiempo de luchar contra aquellas cosas que intentan que callemos y clamar más alto, para que podamos recobrar la vista, para que podamos entender la palabra de Dios, para que comprendamos los mensajes, para que otros abracen el evangelio.
Jesús le dijo: Recíbela, tu fe te ha salvado. Lucas 18:42
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